Entre lo coherente, lo absurdo, el demonio y el arrabal

  • El escritor Eduardo Castañeda exhibirá en la FUL 2016 que es posible ser feliz en el fracaso
  • Con personajes irruptores, una transexual, un gigoló y un stripper en decadencia, el escritor pone en tela de juicio el paradigma del éxito y ofrece otra opción a la felicidad
  • «Es una historia de amor, de intriga política, de acción, es comedia y es farsa, pero también es una tesis filosófica de lo que significa reconstruirte después de que ya no tienes nada», aclara; habría que leerlo para creerlo, afirman

«A veces la única forma de salir de una crisis es excavar más profundo y salir del otro lado», sentencia la obra de Eduardo Castañeda, Peter Power y Asociados, que bajo el sello de Ediciones B, estará presente en la próxima Feria Universitaria del Libro FUL 2016, organizada por la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH), su patronato y la Secretaría de Cultura Federal.

Persecutor de lugares comunes y personajes clichés que se vuelven pretexto para explorar y llevarlos al extremo, Eduardo Castañeda rompe con el paradigma del éxito y cuestiona: “Qué ocurre si en ese gran fracaso que es la vida, si luego de un cúmulo de estupideces, te das cuenta que pasaron tus mejores años y empiezas a ser feliz cuando se supone que no deberías serlo porque no has alcanzado la gran quimera del éxito”.

En Peter Power y Asociados, Eduardo Castañeda llama a ver el fracaso desde otra óptica y contrario a la perspectiva mayoritaria que busca respuestas hacia caminos más positivos, el irreverente autor plantea un escenario donde sus personajes encuentran su mejor momento en espacios impensables y situaciones ajenas a los conceptos que tenían de sí mismos.

«Es una historia de amor, de intriga política, de acción, es comedia y es farsa, pero también es una tesis filosófica de lo que significa reconstruirte después de que ya no tienes nada», explica el autor, quien señala que nuestras generaciones viven atrapadas en esa sensación de fracaso, persiguiendo un concepto de éxito en el que no han podido intervenir.

Así, su personaje central, un stripper de 50 años enfrenta el reto de redescubrirse y sobrevivir en un mundo donde el culto a la belleza y eterna juventud, le cobra el paso de los años y lo confronta con los estereotipos que habían regido su vida.

“Es una historia muy chilanga. Peter Power se estacionó en la adolescencia y a sus 50 años se descubre sin nada. Inventa negocios de la forma más absurda, que funcionan porque está en una ciudad absurda y en este periplo descubre el amor, un amor no calculado, que encuentra de la forma más aterradora, rompiendo todos los paradigmas de lo que es él y su masculinidad de galán de barrio”, explica el joven dramaturgo y cuentista, quien compartirá su primer novela teniendo como marco el Polideportivo Carlos Martínez Balmori de la UAEH, en la ciudad de Pachuca, Hidalgo durante la feria literaria “Donde a las letras no se las lleva el viento”, que se desarrollará del 26 de agosto al 4 de septiembre.

Así con un humor desfachatado, que raya del sarcasmo al cinismo, Eduardo Castañeda describe su novela como una serie de pequeñas bombas que llevan al lector a enfrentarse con sus demonios y encontrar en ellos la posibilidad catártica de liberarlos.

“Toda la historia tiene un sabor a barrio, sabor a tugurio, a tabledance, a prostíbulo, que conecta con la zona roja de nuestra conciencia. Es el lugar donde vas a soltarle la correa a los demonios y ellos no entienden de códigos postales, ni de situación socioeconómica”, precisa el también actor, tras apuntar que este sabor a barrio no es exclusivo de la periferia de la Ciudad de México.

Seguro de que el sentido del barrio es universal, Eduardo Castañeda confía en que su historia puede conectarse con todos los barrios del mundo, puesto que su esencia reside en la familiaridad que se alcanza en la desfachatez de liberar los demonios, “no importa si eres francés, mexicano o marroquí, hay un sentido del barrio que pervive, ese sabor arrabalero que se mantiene y es entendible en más de una cultura” concluyó.

Por: Blas A. Buendía

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